Raúl Castro (foto tomada de internet)

La Habana/ 19-3-2015

El Foro de la Sociedad Civil de la VII Cumbre de las Américas, a celebrarse en Ciudad Panamá, los días 10 y 11de abril próximo, podría pasar a la historia como uno de los más tensos y belicosos.

La presunción de que así sea, se fundamenta en la participación de una sociedad civil cubana que tiene como patrocinador al Partido Comunista y, por otro lado, la asistencia de integrantes de otras agrupaciones que responde a este perfil, pero cuya existencia no se debe a vínculos con algunas de las instituciones del estado insular.

El martes 17 de marzo tuvo lugar una reunión en La Habana donde se concertaron los posicionamientos a asumir en el cónclave panameño, por parte de los que suelen reproducir al calco el discurso gubernamental y defenderlo si es preciso a trompadas y puntapiés.

Hubiese sido demasiado ingenuo esperar algo novedoso de estos personajes en la cita.

No faltaron, como de costumbre, los encomios a la revolución, la exaltación del internacionalismo proletario, y el ritornelo de los efectos nocivos del bloqueo imperialista, cada vez más simbólico y útil para otorgarle verosimilitud a la política de plaza sitiada tan necesaria para los mandamases criollos.

La participación de la sociedad civil independiente en el Foro de Panamá invita a pensar en lo difícil del debate y sobre todo en la posibilidad de que este desemboque en un guirigay que empañe el programa del evento.

¿Podrán exponer sus criterios estos últimos, sin las amenazas o ejecución de actos de repudio, golpizas o abucheos como sucede regularmente en la Isla?

Nada de esto es descartable, a partir de la invariabilidad del discurso de los partidarios del gobierno que siguen haciendo énfasis en la descalificación, el chantaje, entre otros procedimientos mezquinos.

Aun los que disienten sin medias tintas tienen asegurado el cartel de contrarrevolucionario. Siempre y cuando los fundamentalistas no se pongan farrucos y agreguen calificativos como vendepatria, escoria, mercenario, sietemesino, convoyados con groserías impronunciables.

Según el proceder, el colofón del linchamiento verbal es a menudo una ráfaga de bofetones, taconazos, patadas y empellones. Lo más trágico del desenlace no es en sí la violencia de los agresores sino las felicitaciones y estímulos para los más aguerridos.

De darse el encuentro entre la sociedad civil real y la inventada por el partido único en el venidero Foro, es ingenuo pensar en un diálogo civilizado. Va y quizás los enviados a defender el punto de vista de la nomenclatura, puedan darle un barniz a sus odios viscerales mientras dure el debate.

Aunque por el nivel de su ortodoxia es altamente probable tan siquiera alguna escaramuza en los pasillos.

Vaya usted a saber si un codazo, un pellizco o un pisotón. El objetivo es hacérsele saber a los enemigos que no hay arreglos de ningún tipo, que la única solución es la vuelta al redil y pedir excusas por haberse opuesto al socialismo. Veremos que sucede en una Cumbre donde por primera vez asistirá Raúl Castro con sus huestes.

Fuente: Cubanet.org