"Hoy día, yo creo que no digo ningún disparate, la situación de la Iglesia en Cuba es una situación normal, completamente normal, como puede ser en cualquier otro país católico y mejor que en muchos", aseveró este influyente sacerdote cubano en una entrevista divulgada hoy en la web oficial Cubadebate.

Al referirse a los "enfrentamientos" ocurridos entre la Iglesia y el Gobierno cubano tras el triunfo de la revolución en 1959, Céspedes consideró que la responsabilidad fue "compartida" y el caso de la isla no fue una "excepción" frente a los Gobiernos marxistas.

Resaltó que "afortunadamente" siempre hubo alguien "en plural" en ambos sectores con la preocupación de "ir sembrando", lo que en su opinión "a la larga dio sus frutos".

"No ha sido una cosa ni impuesta, ni rápida, ha sido de una maduración lenta, pero creo que sincera por las dos partes", subrayó el religioso.

Céspedes también recordó que la visita que realizo el papa Juan Pablo II a la isla en 1998 fue "un punto de giro" para las relaciones Iglesia-Estado y para que muchos que se habían alejado de la Iglesia en Cuba por "temor" o "enfriamiento" se acercaran nuevamente.

Tataranieto de Carlos Manuel de Céspedes, prócer que marcó el inicio de las guerras de la independencia y considerado padre de la Patria cubana, Céspedes es una de las figuras más influyentes y reconocidas de la Iglesia cubana.

Es miembro de la Academia Cubana de la Lengua, fundador de la revista Palabra Nueva y perito consultor del Pontificio Consejo para la Cultura de la Santa Sede, así como un prolífico escritor y promotor del pensamiento y la cultura cubana.

En 2010, las relaciones entre el Estado cubano y la Iglesia católica alcanzaron una nueva etapa de mayor distensión tras el proceso de diálogo abierto por el Gobierno y la jerarquía católica de la isla, que dio como fruto la excarcelación de decenas de presos políticos.

Durante el reciente congreso del gobernante Partido Comunista (PCC, único), celebrado en abril pasado, el presidente cubano, Raúl Castro, abogó por el respeto y la integración de la diversidad religiosa del país.

En aquel discurso pidió "continuar eliminando cualquier prejuicio que impida hermanar en la virtud y en la defensa de la Revolución a todas y a todos los cubanos, creyentes o no" y a los que forman parte de las diversas iglesias y credos religiosos existentes en la isla.