27 de julio de 2012 

En la vida hay oportunidades únicas que ocurren y muchas veces no sabemos lo importantes que son cuando están sucediendo; sólo con la reflexión que el paso del tiempo ayuda a construir, se logra muchas veces medir en toda su dimensión lo que significan para la historia algunas personas y sus luchas. En el año 2001, siendo diputados a la Asamblea Nacional, Ramón José Medina y mi persona fuimos invitados a participar como conferencistas en la Casa de las Américas de Madrid. Nos tocó exponer lo que había sido el proceso constituyente venezolano, la relegitimación de todos los poderes públicos a la luz de la vigencia de la nueva Constitución de 1999 y el futuro que en ese entonces avizorábamos para nuestra patria. 

Aquel viaje fue, sin duda, uno de los más provechosos de mi carrera política pues tuvimos la oportunidad de conocer y reunirnos con diversos parlamentarios del Partido Socialista (PSOE) que luego fueron gobierno y que ahora volvieron a ser oposición; con dirigentes del Partido Popular (PP) que eran en ese entonces gobierno y otros que iban en ascenso y forman parte del gobierno español actual. Conocimos en un almuerzo colectivo en el Palacio de la Moncloa al entonces presidente Aznar, a quien dejamos con el postre servido, para correr escapados en un taxi hasta las oficinas a las afueras de Madrid del expresidente Felipe González, quien nos había -gracias a la intermediación de un amigo- concedido lo que iba a ser una corta entrevista de 20 minutos que se transformó en una hora y media de profundas reflexiones y gratísima conversación sobre Venezuela, Latinoamérica y España. Felipe González nos predijo mucho de lo que luego nos sucedió a nosotros y de lo que hoy le está sucediendo a su propia España. 

En ese mismo escenario de la Casa de Las Américas de Madrid tuve el honor de compartir el foro de esa tarde con un cubano sencillo, de hablar pausado e ideas profundas sobre cómo debía trabajarse para lograr que su patria Cuba llegara en un mediano plazo a tener democracia. Aquel cubano fue a explicar en qué consistía un proyecto que lideraba dentro de la isla, el Proyecto Varela. Ese cubano, que terminó su ponencia diciendo "esta seguramente es la última oportunidad que tengo de salir de mi patria a exponer este proyecto" (y creo que en efecto lo fue), se llamaba Oswaldo Payá. 

Con gran humildad en sus palabras, con una convicción inmensa en sus ideas, explicó Oswaldo Payá que habían conseguido en la Constitución cubana una rendija mediante la cual, activando el sistema de convocatoria popular a referendo, podría conseguirse que, previa consignación de diez mil firmas solicitándolo, el régimen se viera obligado a convocar al pueblo a consulta para que se estableciera mediante una ley, derechos tan fundamentales como libertad de asociación, libertad de expresión, libertad de prensa, elecciones libres, libertad de empresa y amnistía para los presos políticos. Sabía lo difícil de materializar tamaña empresa. El primer paso, comenzar la recolección de las firmas, lo había ya iniciado. 

El año siguiente consignó más de 11.000 firmas en una isla en la cual el miedo existe en cada esquina. Aplaudimos el haber encontrado a 11.000 valientes cubanos que habían firmado. En el año 2004 presentó más de 14.000 firmas adicionales apoyando a las anteriores. La AN cubana, violando la propia Constitución de ese país, rechazó la solicitud del Proyecto Varela. Payá no desmayó en su lucha y continuaba hasta ahora juntando fuerzas para lograr lo que la Constitución comunista cubana permite: referendo popular. 

La declaración del entonces ministro del Exterior cubano Felipe Roque Pérez fue la siguiente: "El Proyecto Varela forma parte de la estrategia de subversión contra Cuba, ha sido concebido, financiado y dirigido desde el exterior, con la participación activa de la Sección de Intereses norteamericana en La Habana; forma parte del mismo esquema de subversión, no tiene el menor asidero en las leyes cubanas, es una burda manipulación de la Constitución y las leyes de Cuba". La misma cartilla de respuestas comunistas ante la legítima solicitud de libertades y democracia. 

Al enterarnos de su trágica muerte -y del arresto masivo de disidentes cubanos en sus actos velatorios- nos solidarizamos desde Caracas con sus luchas pacíficas por una Cuba democrática, valoramos lo que la historia que está por contarse hará con este gran hombre cubano que no claudicó nunca, siempre desde su propia tierra y junto a su pueblo. Seguros estamos que lo que ha sembrado Oswaldo Payá, una vida de sacrificio y ejemplo por la libertad de su pueblo, no ha sido en vano. Paz a su alma y honor a su memoria, ciudadano amante de la libertad de su pueblo a lo que entregó su vida.  

gblyde@gmail.com / @GerardoBlyde