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8 marzo 2016 2 08 /03 /marzo /2016 10:14

Por: Amir Valle

Entrevista con el escritor y periodista cubano Armando León Viera

Durante una vendimia, en el Mediterraneo francés, 2014.

Durante una vendimia, en el Mediterraneo francés, 2014.

Armando León Viera era casi un niño cuando se hizo famoso en Cuba como uno de los animadores de Para bailar. Desde entonces, muchos lo conocemos simplemente como “Mandy, el de Para Bailar“.

Aunque han pasado ya más de treinta años desde su última trasmisión, nadie discute que ese programa ha sido el proyecto de la Televisión Cubana después de 1959 que mayor impacto ha tenido en el pueblo de Cuba. En las últimas dos décadas, numerosos espacios televisivos copiaron algunas ideas que dieron fama y audiencia a Para Bailar, pero ninguno acaparó la atención de todo el público. Me atrevo a asegurar, sin temor a parecer exagerado, que desde 1978 y hasta su último programa en 1983, el país casi literalmente se paralizaba cada domingo, pues millones de cubanos se negaban a perderse aquellas competencias bailables sazonadas con una amenidad, una frescura y una creatividad que no existía en ningún otro espacio de la televisión nacional . El impacto de ese programa en la memoria de los cubanos quedaría definitamente demostrado, si se suma que entre aquellos jóvenes animadores estuvieron muchos de quienes poco después se convertirían en actores idolatrados por la población como Albertico Pujols, Lily Rentería y Néstor Jiménez; conductores como Mara Roque, Carlos Otero y Omar Moynelo (estos dos últimos de la segunda etapa, la final, del programa),  o humoristas de la talla de Alexis Valdés, quien entonces daba sus primeros pasos.

''Mandy, el de Para bailar,  hace muchos años es escritor, aunque pocos lo saben''.

Sin embargo, a muchos de aquellos jóvenes se les perdió la pista, ya fuera porque salieron del país tempranamente (como Salvador Blanco, uno de los más admirados en el grupo de fundadores) o porque encaminaron sus vidas profesionales por rumbos artísticos alejados de las pantallas televisivas. Armandito León (como también lo llamaban) dejó de ser “Mandy el de Para Bailar” para convertirse en Armando León Viera. Como él mismo me dijera en otra entrevista, el destino lo llevaría a confrontar situaciones difíciles, a pasar un largo período de aislamiento que lo hicieron sentirse exiliado en su propia tierra. Y hace un par de años decidió seguir el camino que finalmente eligieron muchos de aquellos colegas, al igual que millones de cubanos: partir al exilio.

Lo más importante es que todo ese silencio interior se fue acumulando y, un día, decidió convertirlo en literatura. Tuve la suerte de leer los originales de muchas de esas obras y doy fe de que, aunque mis preferidas son sus novelas negras sobre la realidad cubana, todas merecen ser leídas.

Hoy, desde Mallorca, Armando León Viera nos cuenta qué ha sido de su vida en estos años y — objetivo central de esta entrevista — nos habla de su pasión por la escritura y de las obras que acaba de publicar.

A quienes te han perdido la pista durante estos años: ¿te atreverías a  resumirles qué fue de tu vida después de Para Bailar y hasta hoy?

¡Casi nada lo que debo resumir: 34 años de mi vida! Vamos a intentarlo y si ves que me extiendo mucho, me atajas.

Mandy, Mara, Salvador, Carlos Otero y Cary, homenajeando en un programa a Enrique Arredondo, uno de los más grandes humoristas cubanos de todos los tiempos.

Mandy, Mara, Salvador, Carlos Otero y Cary, homenajeando en un programa a Enrique Arredondo, uno de los más grandes humoristas cubanos de todos los tiempos.

Hacia finales de 1982 Para Bailar no era ni la sombra de lo que había sido. De los presentadores que lo fundamos en 1978 solo quedábamos en activo Cary Ravelo, Mara Roque y yo, además de Carlos Otero, que se había incorporado un año después del inicio. Por diferentes causas (algunas ajenas a sus voluntades y terriblemente injustas) ya no estaban en nuestro equipo Rey Batista, Néstor Jiménez, Albertico Pujol, Lili Rentería, Vicky Rodríguez y Salvador Blanco. También había renunciado nuestro director, el creador del proyecto, Eduardo Cáceres Manso. A partir de ahí se produjo una sucesión de guionistas y directores, cada uno con sus gustos y métodos de hacer televisión, así como entraron y salieron infinidad de presentadores, que lograban o no ajustarse a las nuevas mecánicas de realización. Todo aquello conspiró contra la salud del espectáculo, que en mi criterio fue perdiendo su frescura, sus esencias originales y, en consecuencia, el favor de su gran audiencia. A esa altura me sentí muy desmotivado e inconforme con los resultados artísticos del programa y, por otra parte, había comenzado ya el cuarto año de mi carrera de Licenciatura en Relaciones Internacionales, con una carga docente muy fuerte. Consideré que no valía ya la pena seguir aquel intenso ritmo de estudio y trabajo, con un elemento adicional y muy desagradable: en el Instituto donde estudiaba soportaba una gran hostilidad, pues se veía muy mal que un futuro diplomático estuviera haciendo en televisión un trabajo “poco serio”, que no se correspondía con la imagen que, según aquel enfoque, debían tener los trabajadores del Servicio Exterior. Decidí pues renunciar a mi condición de presentador del espacio y, cuando se lo comenté a mis compañeras Mara y Cary, la primera de ellas optó por hacer lo mismo y la dirección de Para Bailar nos pidió que participáramos en la emisión de la competencia anual de aquel año y nos preparó una bonita despedida.

Parte del tiempo que entonces me quedó libre lo dediqué a estudiar idiomas en academias de lenguas extranjeras de La Habana, además del inglés, que fue asignatura fundamental durante los diez semestres de la carrera. Y poco a poco, Amir, muy gradualmente, fui recuperando la privacidad perdida durante los años de trabajo en la televisión, porque las figuras públicas no pasan inadvertidas dondequiera que vayan y eso llega a agobiar. Recuperar mi anonimato fue algo que disfruté mucho, casi como una conquista.

Al graduarme de la carrera, en septiembre de 1984, fui vetado para el ejercicio del Servicio Exterior por decisión del Consejo de Dirección del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fue una consecuencia más del sectarismo y las luchas por el poder entre las organizaciones que se integraron en el gobierno desde enero de 1959. Mis padres fueron combatientes del Movimiento 26 de Julio en la lucha clandestina en La Habana contra la dictadura de Fulgencio Batista y en 1961 – antes de que yo naciera – ellos y sus compañeros de lucha tuvieron fuertes enfrentamientos con miembros del Partido Socialista Popular (comunista). Veintitrés años más tarde, cuando me gradúo, mi contratación laboral pasa por las manos del ministro y los viceministros de Relaciones Exteriores. De ellos, tres procedían del PSP y no dudaron en cumplir su venganza contra mi padre, atacándolo donde más le podía doler: descalificando a su hijo para el ejercicio de la carrera. Deben de haberlo disfrutado, pero no pudieron imaginar el favor que me hacían, porque, conociéndome, sé que habría durado lo que un merengue en la puerta de un colegio como trabajador de aquella diplomacia cubana.

Después de mucho buscar trabajo, lo conseguí en el incipiente sistema turístico de los años 80 en Cuba. No fue una labor profesional que disfrutara, te lo confieso. En 1988, cuando más preocupado estaba por una eventual auditoría que constatara la contabilidad no confiable de la empresa en la que trabajaba y que pudiera salpicarme, sin comerla ni beberla, me llegó una propuesta para integrarme como redactor, comentarista de política internacional y presentador de la Revista de la Mañana, el primer espacio informativo de la televisión cubana en la época. Y aunque no tenía ningún interés en regresar a la pequeña pantalla, porque volvería a perder la privacidad casi recuperada, valoré opciones y regresé a la televisión, ahora como periodista.

''Mandy, el de Para bailar,  hace muchos años es escritor, aunque pocos lo saben''.

A finales de 1989 fui convocado, en mi condición de miembro de la reserva de las Fuerzas Armadas, para ir a Angola como soldado. Esto también tiene una historia de intrigas, pero no quiero extenderme, para bien de tus lectores. Como entonces todavía yo creía en conceptos como “revolución cubana” e “internacionalismo proletario”, sentí que era elemental cumplir aquel deber generacional y me fui a echar mi suerte con los pobres de aquella tierra. Y semejante experiencia, terrible y magnífica, marcó un giro de ciento ochenta grados en mi vida. Ya nada fue como antes. Regresé con todos los honores y algunas cicatrices a la Isla, con una renovada rebeldía y un montón de cuestionamientos que el poder totalitario no estaba dispuesto a permitirle a un joven periodista de la televisión. Y, para no alargar el relato, se me creó una atmósfera tan hostil y asfixiante, que acabé renunciando a mi trabajo.

Justo entonces comenzaba esa etapa camuflada con el eufemismo de “período especial”, un retorno a las peores carencias y escaseces, incluyendo la desaparición de cientos de miles de puestos de trabajo. Y como sobrevivir era un imperativo, surgieron muchas modalidades no reguladas para ganarse la vida y mi familia decidió alquilar una habitación de nuestra casa a turistas. Eso y la traducción múltiple de documentos, me permitió no tener que trabajar nunca más para el Estado, sino para mi familia. A grandes rasgos, así transcurrió mi vida hasta mayo de 2014, en que partí de Cuba.

''Mandy, el de Para bailar,  hace muchos años es escritor, aunque pocos lo saben''.

Con mucho orgullo puedo decirte que tuve unos padres extraordinarios. Sabiendo lo dura que es la vida en nuestra tierra para la mayoría de los cubanos y cubanas, cuando comenzaron a aparecerme buenas ofertas de trabajo allende los mares, a mis 22 años, tomé una decisión que no le comenté a nadie: estar presente para acompañar y cuidar de quienes me dieron la vida y me formaron, hasta sus últimos alientos. Esa convicción, sumada a lo que ya te he contado, me llevó, una vez que rompí mis vínculos con todas las instituciones del Estado cubano, incluyendo aquellas que dicen ser “no gubernamentales”, a un estatus de cierto aislamiento social, algo así como un exilio en mi ciudad natal, como afirmé en nuestra anterior entrevista, hace ya seis años. En 1992 no había en Cuba una oposición organizada y sistemática como existe hoy, ni era muy común que un ciudadano argumentara sencilla y firmemente por qué se negaba a seguir integrando las llamadas “organizaciones de masa” y a participar del juego de la doble moral. Por otra parte, parece que mi condición de comunicador conocido y, lo digo con humildad, respetado en un medio tan poderoso como la televisión, preocupaba a algunos en ciertas instituciones, de modo que mi deseo de pasar inadvertido se frustró definitivamente, porque desde entonces me hicieron saber, más de una vez, que conocían todo lo relativo a mi cotidianidad, mis relaciones personales, quiénes me visitaban, qué escribía, qué compartía a través del correo electrónico. También tuvieron el detalle de darme a entender muy claramente que se habían, más que leído, estudiado mis novelas, sus personajes, sus tramas. Y a veces, cuando conversaba por teléfono, notaba que mi interlocutor y yo teníamos compañía. Te aseguro que nada de esto es paranoia y cuando lo he conversado con personas de otras nacionalidades, se asombran, porque en cualquier sociedad que no sea la nuestra, la privacidad, como cualquier otro derecho del individuo, es algo sagrado, cuya profanación por parte de alguna institución suele generar escándalos y litigios.

''Mandy, el de Para bailar,  hace muchos años es escritor, aunque pocos lo saben''.

Entonces, resumiendo, para cumplir con lo que sentí que les debía a mis padres, pospuse mis sueños y planes de vida y en eso se me fueron treinta años. A ellos dos, mi hermano y yo les cerramos los ojos en 2003 y 2010, respectivamente y desde entonces intenté variantes para llegar a Estados Unidos, pero tanto Canadá como México me cerraron sus puertas. Ahorré espartanamente en función de emigrar, hasta que pude costeármelo y tuve la ayuda de unos amigos franceses, que me facilitaron partir de La Habana en mayo de 2014. Desde entonces he recorrido Francia, Holanda, Suecia, nuevamente Francia y desde junio trato de establecerme en Palma de Mallorca, en las Islas Baleares. Ha sido un proceso arduo, con muchos retos y experiencias importantes. Unas cuantas buenas personas me han tendido sus manos generosas y otras, incluyendo a algunos compatriotas a los que nada pedí, me volvieron la espalda con un lacónico “buena suerte”. También he constatado cómo el actual acercamiento de Estados Unidos con Cuba ha hecho que los políticos de varios países europeos, bastiones de la “democracia occidental”, se precipiten a dialogar también con los gobernantes cubanos, tratando de asegurar un espacio a sus inversionistas y pasando olímpicamente sobre principios como el respeto a los derechos humanos, en momentos en que la mera supervivencia y la falta de esperanzas es respondida con la dura represión de las protestas cívicas que se han incrementado en la Isla, como bien ha documentado la prensa internacional. También debo comentarte que, pese a los discursos a todas luces demagógicos, la incesante oleada migratoria desde países en guerra o con hambrunas crónicas ha llevado a la desbordada Europa a contradecirse y aplicar criterios selectivos y discriminatorios en la asimilación de los demandantes de asilo. En fin, Amir, que como dice el viejo refrán: “lo que no te mata, te fortalece” y hasta hoy el periplo me ha aportado asombros, decepciones, vivencias y conocimientos y me ha renovado mis energías y mi optimismo de labrarme un buen camino, con esfuerzo y sin traicionar mis convicciones.

Empecemos justo por algo que poco se conoce: el periodista. ¿Cómo llegas al periodismo y qué experiencias, amargas o dulces, te dejaron tus años en el oficio?
En los hornos crematorios del Campo de Concentración de Sachsenhausen, en las afueras de Berlín, 2009.

En los hornos crematorios del Campo de Concentración de Sachsenhausen, en las afueras de Berlín, 2009.

Explicado ya en una respuesta anterior cómo llegué a ejercer el periodismo, te hablo de las experiencias. Disfruté mucho mi trabajo, sobre todo como redactor, comentarista y presentador de la Revista de la Mañana, donde debí entrevistar a cientos de personas y personajes, en función de los temas que se abordaban y las circunstancias del momento. Esto me planteó muchas horas de preparación, estudio e investigación, informarme constantemente sobre todo lo que pudiera abarcar acerca del acontecer nacional e internacional, para poder cumplir mis funciones con un mínimo de dignidad y solvencia. Siempre di total protagonismo a los entrevistados, a lo que les interesaba promocionar y divulgar. En muchos casos se trataba de personas no habituadas a un estudio de televisión, por lo que lo primero era ayudarles a relajarse, a sentirse lo más cómodos posible, a olvidarse de las luces, las cámaras y los micrófonos y conversar como se hace con un amigo en un café o la sala de una casa. Eso casi siempre dio buenos resultados, con la consiguiente satisfacción para el equipo de realización, incluyéndome. También fue muy agradable ver cómo los colegas y especialistas que comparecían, lo mismo para hablar de cultura, deporte, economía o ciencias, se sentían cómodos intercambiando con el presentador, que según ellos les facilitaba exponer de una manera dialogada, informal y relajada lo que llevaban para ofrecer al televidente y responder a preguntas que les permitían sacarle un mayor provecho al tema que trataban, en un verdadero trabajo de equipo. Luego repetí esa experiencia, durante algún tiempo, en estaciones de radio, hasta que, al regreso de la guerra de Angola, comencé a chocar con el poder. La política editorial chocaba con el ejercicio del criterio profesional y personal. Podía expresar mis criterios y opiniones solo si no contradecían “lo orientado de arriba”. Hablamos de un Instituto Cubano de Radio y Televisión dirigido y supervisado por coroneles del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista, con el único método que conocen y practican: el “ordeno y mando”. Te reitero, seis años después, que la radio y la televisión cubanas se han convertido en medios estratégicamente ideológicos antes que culturales y de entretenimiento. Y en semejante ambiente no hay espacio para el discrepante que defiende su pensar y su decir. El hombre rebelde y cuestionador en que me convertí tras vivir la experiencia bélica de Angola, no tenía cabida allí.

Y el escritor… ¿en qué circunstancias descubriste que querías escribir?, ¿qué te impulsó a sentarte y escribir esa primera página, conscientemente, sabiendo ya que querías contar esos mundos?
Escribiendo en su casa en el Vedado, La Habana.

Escribiendo en su casa en el Vedado, La Habana.

Desde niño fui un lector no muy organizado, pero sí persistente. Con el paso de los meses, tras mi regreso de la guerra de Angola, fui revisando el intercambio epistolar que había sostenido con mi madre, que se las arregló para enviarme al menos una carta cada día de los 17 meses que estuve allá. Ambos habíamos conservado aquel cargamento precioso, donde había material para contar muchas historias. Por otra parte, desde mucho antes venía sintiendo el deseo de poner “en blanco y negro” los muchos relatos que escuché desde niño, tanto a mis padres como a sus compañeros de lucha, de mil pasajes de aquella gesta de jóvenes humildes contra la oprobiosa tiranía de Fulgencio Batista. Organizar todo aquello me llevó tiempo y muchas horas “cocinando” mentalmente la futura novela, hasta que me senté a enfrentar el reto en 1996. De aquello resultó un mamotreto interminable, denso, lleno de problemas desde el punto de vista literario, como bien sabes, pues tuviste la generosidad de “disparártelo” y aconsejarme. Fue un proceso por etapas, de muchísimas horas, que no di por concluido hasta el 2013, ya convertido aquello en dos novelas bastante extensas: Cualquier tiempo pasado… (así, con puntos suspensivos) y Pero sueño con árboles.

Aquel proceso de escritura fue una fórmula mágica pasa sacarme de muy adentro las angustias existenciales derivadas de la experiencia de la guerra, además de abordar desde un prisma muy personal la historia de Cuba a lo largo de mi vida. Pero debo precisar que, desde que comencé en 1996, hasta que terminé esas dos novelas en 2013, escribí otras seis en el género negro, como también sabes. Creo que con cada una de ellas fui ganando en oficio, consolidando una manera personal de fabular, crear y recrear historias y personajes. Y durante muchísimo tiempo las compartí con amig@s y amig@s de amig@s, que se convirtieron en lectores que me retroalimentaban y me pedían más. Sin poses de falsa modestia, creo que muy errado no estaré cuando cada uno de ellos y ellas no han soltado mis libros hasta terminarlos y me han pedido el próximo y estimulado a que siga escribiendo. Eso sí, Amir: estoy convencido de que mientras respiremos seremos eternos aprendices, porque el camino hacia el perfeccionamiento no concluirá hasta el último día de nuestras existencias. Y mientras, vamos contando lo que nos conmueve y necesitamos expresar.

Aunque ya en una entrevista, aquí mismo en OtroLunes, hablamos de ello, me gustaría que les contaras a los lectores cuál ha sido esa experiencia de, llamémosla: “ineditez prolongada” que acabas de romper hace poco gracias a Create Space.

Es muy sencillo: las primeras novelas negras las llevé a algunas editoriales cubanas, que no me las rechazaron frontalmente, pero fue obvio que tampoco las publicarían. No tengo agente literario ni los contactos necesarios para negociar con editoriales en el resto del mundo y hacerlo desde Cuba para mí era punto menos que imposible, por las dificultades de conexión y comunicación. Ya en Europa he dialogado con algunas casas, pero en tiempos de crisis económica nadie se atreve a invertir en un escritor desconocido que no ha mostrado su capacidad para vender exitosamente. Estos diálogos recientes estuvieron presididos por una exigencia: que el propio autor financiara la edición y eso está más allá de mis posibilidades económicas. En fin, que han pasado muchos años sin que apareciera una oportunidad para publicar hasta que di con Create Space, un sistema editorial de Amazon, que ofrece los servicios de sus profesionales de la edición y el diseño para armar libros, por una determinada tarifa, totalmente fuera de mi alcance. Pero también brinda la posibilidad de que el propio autor, sin gastar un céntimo, pueda utilizar los programas que ofrecen para armar el libro, incluyendo texto e ilustración. Eso me planteó un intenso esfuerzo, tanto para la edición, como para el diseño, algo que sabemos no es aconsejado, pero que en mi caso no tenía alternativa. Entonces, entre diciembre de 2015 y enero de 2016, logré lo que no pude durante tantos años: publicar ocho novelas y una breve pieza de teatro, que ahora están al alcance de quien las desee en Amazon. Sé que los especialistas lo podrían haber hecho mucho mejor, que no por gusto tienen los conocimientos, habilidades y maestría de los profesionales, pero estoy muy satisfecho de lo logrado. Ya están publicados los nueve libros.

Antes de hablar de tus novelas, ¿por qué el género negro?

Aunque mi espectro como lector es muy amplio, por la diversidad de temas y géneros que me interesan, se dio una circunstancia que me fue llevando hacia el género negro como vía para expresar todo aquello que quería contar. Dejando a un lado la interminable lista de autores no cubanos que han secuestrado mi atención a través de los años, en el contexto nacional y cada uno a su manera y con sus armas personales, me fueron seduciendo Leonardo Padura, Daniel Chavarría, un tal Amir Valle, Lorenzo Lunar, Rebeca Murga y Angel Santiesteban, entre otros, tanto con sus novelas como con sus cuentos. Reitero que cada uno con sus características, llevaban a su narrativa hechos y análisis de la vida contemporánea en Cuba que no eran abordados con sinceridad, por razones harto conocidas, por los periodistas e historiadores. Entonces, desde la humildad, la austeridad y la soledad de su labor, todos ustedes me fueron señalando un camino por el que valía la pena aventurarme en mi intención de contar historias y dejar constancia, desde Cuba y en tiempo presente, de mi percepción de la realidad que me tocó vivir.

Otra de las características en tus novelas es el protagonismo de la mujer. Y es poco usual que los hombres nos atrevamos a utilizar a mujeres como protagónicos, tal vez por ese mito o realidad de que la mujer es psicológicamente difícil de abordar por un hombre. Pero yo, que las he leído todas, doy fe de que conseguiste excelentes personajes femeninos ¿A qué retos te enfrentaste?

Debo comenzar diciéndote que admiro profundamente a esa entidad llamada MUJER. Creo que es la creación suprema en el género humano y toda una historia de patriarcado y de un machismo muy sostenido y resistente, sin lograr todavía un tipo de sociedad justa y satisfactoria, nos indica que si la mujer hubiese tenido más protagonismo, en condiciones de igualdad, casi seguro nuestro presente y nuestro futuro serían mejores y en mayor armonía con la naturaleza. Esta posición personal responde a mi ética martiana (sabes que nadie ha hablado con tanta belleza y certeza sobre ellas como José Martí) y a las enseñanzas de mis padres, que me inculcaron que toda mujer es una reina y merece ser tratada como tal, aun cuando, en palabras de mi vieja, algunas pudieran comportarse a veces como auténticas brujas.

Partiendo de esa base, siempre he prestado mucha atención a la naturaleza femenina. He tenido muchas y muy buenas amigas, a las que he escuchado cuando han necesitado expresarse y desahogarse. En ese proceso he aprendido mucho sobre su manera de razonar, de decidir, de aplicar lógicas que a los hombres se nos pueden escapar, de improvisar sobre la marcha en busca de soluciones, de su capacidad para resistir, luchar con entereza por los suyos, proteger, arropar, multiplicarse y sacar energías y resistencia de donde parece no haber más. Y cuando no he podido comprenderlas, al menos he confiado en esa intuición que muchas veces las salva de la equivocación.

Te cuento una anécdota: una de mis protagonistas, Mariel, en medio de una investigación policial compleja, se ha llevado trabajo a la casa. Luego de muchas horas de análisis, decide refrescar con una ducha. Escribí que antes de salir del baño, se puso una bata de casa cómoda y Lourdes Ruiz, una de mis mejores amigas, al leer el original sin terminar, me indicó que una muchacha como Mariel no utiliza una bata de casa, sino un pulóver XXL, con el que se siente mucho más cómoda. ¿Ves, Amir? Ese es el “toque femenino” que nos falta. Lourdes, con un simple detalle, hizo más creíble aquella escena y cuando una mujer la lee, se identifica, porque así es como ella percibe, siente y actúa. Te agradezco tu valoración, pero el reto seguirá siendo tratar de acercarnos, lo más amablemente y libres de prejuicios que podamos, a la comprensión de ese gran misterio que es la naturaleza femenina.

Hablemos ahora de tus novelas. Como suelo hacer en estas entrevistas con nuestros autores invitados, mencionaré un título y te pongo en el reto de presentar cada obra al lector en no más de un párrafo.
Cualquier tiempo pasado…
''Mandy, el de Para bailar,  hace muchos años es escritor, aunque pocos lo saben''.

Es una mirada, entre millones, a la historia contemporánea de Cuba a través de dos generaciones de una familia: los padres, en su juventud, toman parte de la lucha armada urbana contra la dictadura de Fulgencio Batista, mientras el menor de los hijos vive, como soldado, la etapa final de la guerra de Angola, una experiencia que incidirá  en el seno familiar, como repercutió en la vida de todo un pueblo. Diversas historias, relatadas en diferentes épocas y entrelazadas con fluidez, van trazando un peculiar acercamiento a la realidad cubana, incluyendo temas tabúes para la sociedad y la prensa nacional. Drama y humor combinados para no dejar indiferente al lector.

Pero sueño con árboles
''Mandy, el de Para bailar,  hace muchos años es escritor, aunque pocos lo saben''.

Un joven presentador y periodista de la televisión regresa de la guerra de Angola, en la que participó como soldado, con todos los honores pero con una rebeldía renovada y cuestionamientos que el poder totalitario no está dispuesto a permitirle. Cuba le recibe sumida en una crisis agudizada por la desaparición de la Unión Soviética, con un retorno más a la miseria material y a la inversión de los valores morales y espirituales de la sociedad. Marginalidad, prejuicios, homofobia y pasiones diversas matizan historias y relaciones interpersonales que combinan drama y humor para permitir al lector un interesante acercamiento a la cotidianidad cubana, pocas semanas después de la histórica visita del Papa Juan Pablo Segundo a la Isla, casi al cierre del siglo XX.

 

Hijas de Venus
''Mandy, el de Para bailar,  hace muchos años es escritor, aunque pocos lo saben''.

Un turista italiano aparece asesinado en una casa de alquiler de La Habana. Otro turista, español, y un reconocido pintor cubano, de vida licenciosa, mueren de aparentes sobredosis de la misma cocaína encontrada en la sangre del primero. La policía cubana busca respuestas y se da un enfrentamiento de inteligencias femeninas entre Sonia, la oficial investigadora y Sandra, una muchacha que disfruta del juego del gato y el ratón, en las complejas circunstancias de La Habana de inicios del siglo XXI.

Cubanas S.A
''Mandy, el de Para bailar,  hace muchos años es escritor, aunque pocos lo saben''.

La investigación del asesinato y decapitación de un joven gigoló habanero conduce al equipo policial hacia las interioridades del mundo empresarial en una Cuba que apuesta al turismo como locomotora de su caótica economía. Las apariencias son engañosas y las bajas pasiones se sobredimensionan en una historia de trata de blancas y actitudes contrastantes a ambos lados del Atlántico, con La Habana de inicios del tercer milenio como escenario y protagonista.

Brindis
''Mandy, el de Para bailar,  hace muchos años es escritor, aunque pocos lo saben''.

En lo que constituye una verdadera conspiración en La Habana,  cinco víctimas, a través de los años y de variadas formas, de la maldad de cierto personaje, deciden aunar esfuerzos para cambiar sus historias personales. Las complejidades del comportamiento humano, con intriga y romance incluidos, dan un ritmo creciente al relato en una Habana que, más que escenario, se  convierte en presencia tangible. Esta novela inicia una tetralogía titulada La Habana en que crecí, que incluye a Jaque Mate, Derecho de admisión y concluye con Cicatrices.

Jaque Mate
''Mandy, el de Para bailar,  hace muchos años es escritor, aunque pocos lo saben''.

La corrupción se extiende por la sociedad y germina hasta en una institución cardinal para el régimen: su policía política. Conspiración desde la sombra, violencia moral y psicológica, hombres y mujeres que luchan por ética e ideales allí donde afloran las consecuencias de decisiones políticas tomadas veinte años antes. Un joven repasa su vida mientras recorre una céntrica avenida de su ciudad, tratando de tomar una decisión crucial. Un orfebre de éxito busca justicia. Un escritor inédito pare una novela. Frustraciones, esperanzas, traiciones, solidaridad humana, amistad y amor, en el contexto de La Habana de inicios del siglo XXI. Una estrategia osada, que intenta dar Jaque Mate.

 

Derecho de admisión
''Mandy, el de Para bailar,  hace muchos años es escritor, aunque pocos lo saben''.

Dos importantes cuadros son sustraídos del edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana. A eso se suma la evolución del caso presentado en la novela Jaque Mate, sazonado por las insólitas ejecuciones, al estilo de un escuadrón de la muerte, de tres oficiales de la Seguridad del Estado cubana. Reaparecen aquí algunos personajes claves de mis anteriores novelas y se complejiza la trama, además de permitirle al lector un acercamiento mayor al contexto sociopolítico de la Cuba contemporánea.

Cicatrices
''Mandy, el de Para bailar,  hace muchos años es escritor, aunque pocos lo saben''.

Cuatro hombres abusan e imponen el terror psicológico a sus familias. Un viejo policía se juega su prestigio, su alma y lo que le queda de vida para llevar justicia y paz a su comunidad. La lectura de una novela censurada de Amir Valle conduce a un investigador tras el rastro de un empresario francés que ha multiplicado su capital después de cometer un acto horrendo contra una cubanita con sueños de emigrante. Un escritor inédito que ha supeditado sueños y planes personales a sus deberes filiales decide su futuro. Tres íntegros oficiales de instituciones armadas comprenden con amargura que los principios y valores que guiaron sus vidas se han desvirtuado en la sociedad cubana de la segunda década del siglo XXI.

Reencuentros
''Mandy, el de Para bailar,  hace muchos años es escritor, aunque pocos lo saben''.

Un veterano de guerra busca la paz y el sosiego que el mar de su Habana le ofrece. La Muerte y la Locura vienen a su reencuentro para abordar temas inconclusos y pendientes sobre el muro del Malecón, en una ciudad que bulle al ritmo del tercer milenio. Drama, historia, filosofía y humor criollo se combinan en una pieza de teatro que se va como el agua entre los dedos.

En La Habana, junto a sus amigos, el actor Héctor Noas y el director de cine Ernesto Daranas.

En La Habana, junto a sus amigos, el actor Héctor Noas y el director de cine Ernesto Daranas.

Una pregunta obligada: ¿cuál ha sido tu relación con el mundo cultural o literario cubano en la isla y el exilio?

Con muchísimas personas del mundo cultural he tenido relaciones cordiales, tanto en Cuba como fuera de ella, gracias a Facebook, que me ha permitido encontrar y/o restablecer contactos. En esto incluyo a profesionales de la radio, la televisión, el teatro y el cine, a actores, músicos, bailarines, pintores, guionistas, directores y productores de programas y espectáculos, hayamos coincido o no en nuestras trayectorias. Alguns@ de ell@s desarrollaron sus carreras después que yo “me jubilé”, pero me recuerdan y me honran con su trato y su respeto.

En cuanto al mundo literario, aunque he conocido y me he relacionado fraternalmente con muchos escritores y algunas escritoras, realmente nunca hice vida social en los ambientes literarios, tales como talleres, presentaciones de libros, congresos o ferias, ni en las actividades del gremio en la Unión Nacional de Escritores y Artistas, UNEAC, a la que jamás estuve afiliado.

Y parece ser que mi enfoque no coincide con el de la mayor parte de estos colegas con quienes te digo que tengo relaciones cordiales, porque me alegro muchísimo por cada logro que consiguen, por sus entrevistas, sus intervenciones públicas, cada vez que logran lanzar un nuevo libro, y cuando las ventas les van bien. Puedes ver, en mi perfil de Facebook, que manifiesto esa alegría con comentarios, elogios y compartiendo esas informaciones, para hacerlas llegar a todo aquel que esté a mi alcance. Sin embargo, debo confesarte, con dolor, que apenas dos de entre todos esos escritores y escritoras, me han tendido la mano tratando de poner mi trabajo a la vista de editores que pudieran haberse interesado en él. Uno es Osvaldo Antonio Ramírez, residente en Barcelona, que le sugirió a su editor echar un vistazo a mi obra. El otro eres tú, Amir, que me has orientado para probar suerte en varios concursos literarios (a los que, por cierto, no les tengo mucha fe, aunque tres de mis novelas han llegado a finalistas) y me pusiste en contacto con un editor, con el que firmé un contrato para publicar una novela, pero luego se comportó de una manera francamente decepcionante, sin la menor transparencia y dejó vencer el plazo acordado, sin honrar su palabra. También me avalaste ante otro editor, pero su propuesta pasaba por mi financiamiento de la publicación, de modo que no se concretó nada. A lo que me refiero es a esa solidaridad que cabe esperar entre colegas y compatriotas, la que Osvaldo y tú me han brindado, como se la he dado yo a otros muchos. Infiero que se trata de que más que como un colega, tal vez me vean como un potencial competidor y se atrincheren en sus parcelas individuales, aplicando aquello de “¡Sálvese quien pueda!”. Otra explicación posible es que no me reconozcan mérito literario alguno. Ya ves, un lector y amigo fiel, conocido en Facebook como Barbarito Lázaro Prieto, incansable promotor de nuestra cultura y de cuanto libro cubano aparezca, con su blog “La Biblioteca Cubana de Barbarito”, ha elevado su voz durante años abogando porque alguna editorial me ofreciera una posibilidad de publicar, y cuando logré hacerlo con Amazon, lo celebró con tanta alegría como yo. Quizás sean diferentes concepciones y actitudes ante la vida. Yo prefiero quedarme con las manos tendidas y expresarles mi permanente gratitud. Pero me has preguntado y no puedo ni quiero evitar responderte con total sinceridad.

Otra pregunta obligada: Cuba, ¿qué sientes  al escuchar esa palabra? ¿En qué se diferencia lo que hoy sientes a lo que rememorabas al escuchar esa palabra cuando aún vivías en la isla?

Siento una mezcla de amor y dolor profundos, al ver cómo se prolonga el secuestro de toda una nación por un desgobierno que se perpetúa década tras década. Cuando vivía en La Habana sentía igual, atestiguando y padeciendo cada día la opresión, las precarias condiciones de supervivencia de nuestro pueblo, la desesperación y la desesperanza, que han llevado a tantos miles a buscar cualquier salida, por dura que sea, incluyendo la insegura travesía por el terrible Estrecho de la Florida, que tantas vidas se ha cobrado. La diferencia fundamental, Amir, es que una vez fuera de Cuba he podido acceder a mucha información y documentación que nunca estuvo a mi alcance, más evidencias de todo aquello que nos han quitado para el disfrute de un grupo miserable que traicionó sus propios postulados y la memoria de tantos y tantas que dieron sus vidas por un proceso transformador que trajera la prosperidad y la verdadera justicia social. Pero también hay muchas cosas y gentes que me hacen sentir mucho orgullo de ser cubano y no pierdo la ilusión de llegar a ver una república plural y respetuosa de sus hijos, piensen como piensen, con todos y para el bien de todos, como la quería José Martí, con un futuro luminoso para nuestra Isla.

Fuente: Otrolunes.com

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  • : Esta Página, "Voz Desde el Destierro", pretende que sea una tribuna en la Red de redes, para aquellos que no tienen voz dentro de la isla de Cuba, para romper el muro de la censura, la triste y agobiante realidad del pueblo cubano. Editor y redactor: Juan Carlos Herrera Acosta. Ex-preso Político de la causa de los 75.
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