Raúl Castro visita la zona devastada
Clinton(Misisipi) EEUU/ 14-10-2016
Por: Ramón Humberto Colás Castillo
Otro ciclón roza el borde oriental de la isla, justamente en Baracoa, y el murrio panorama dejado por el meteoro dan ganas de llorar. Sin embargo, pocos lloran porque Raúl Castro, aprendiz menor, convertido en mesía y también mecenas de conflictos ajenos, aparece en escena para dar consuelo con la misma promesa que se olvida cumplir.
La revolución no los abandonará. La gente aplaude para confiar en la espera. La revolución cubana es la garantía de la pobreza y la prolongación en el tiempo de la misma. Es el espérame y acuéstate a dormir o el veremos qué pasa. Y la gente, la pobre gente, disociada por el nivel primario de la conciencia sumisa, se dispone a creerse el cuento una vez más.
El huracán Matthew, al menos, y gracias Dios, destruyó cuanto había a su paso pero perdonó las vidas de los moradores baracoenses. Es la mejor noticia en medio de la tragedia. Y lo bochornoso, eso es verdad, es la actitud arrogante de las autoridades que se niegan a que otros ciudadanos ayuden a los suyos como intenta la UNPACU. Es la soberbia del pesimismo en contraste con la humildad.
A Cuba le irá siempre mal mientras dure el marasmo popular y quienes administran los destinos del país ambicionen a la gloria del poder y de los cielos.
Fuente: Facebook