Por Jorge Alberto Liriano Linares/ Hablemos Press.
Camagüey, 18 de Enero.- La Violencia continúa siendo el plato fuerte de las
fuerzas del orden interno en la prisión provincial kilo 7. La máxima de que el
alumno supera al maestro, se está poniendo de manifiesto en esta instalación carcelaria; por lo que, pandillas de reclusos, estimulados por la impunidad de las criminales acciones perpetuadas por los militares, se suman a la represión.
De acuerdo con el testimonio de los reclusos Ángel Castro Sánchez y Luis
Narváez Piña -confinados en la barraca número 3-, el pasado 31 de diciembre,
estuvo a punto de ser asesinado el interno Rolando Mora Rodríguez, de 36 años de edad, a quien
una banda conformada por 8 reclusos lo golpearon y torturaron salvajemente, aplicándole corriente
eléctrica en varias partes del cuerpo y sumergiéndolo en un envase de agua, por lo que su estado
de salud es grave.
Un recluso, que pidió el anonimato, confirmó, estos hechos vandálicos tuvieron lugar luego que la
víctima se revelara contra los abusos e injusticias de una horda de peligrosos delincuentes armados,
que aún permanecen sometiendo a todo un colectivo indefenso, en su mayoría ancianos.
Estos hechos, demuestran los altos índices de violencia incontenible en esta prisión donde impera
el terror, impuesto por la criminalidad de los militares y sus serviles lacayos o matones.
Lo más doloroso, de toda esta historia, es que los organismos de control interno, la fiscalía y hasta la
máxima dirección política del país, conocen lo que está sucediendo tras los muros de las cárceles,
y se empecinan en mantenerse al margen, encubriendo y justificando toda la barbarie; mostrando abiertamente su complicidad y vínculos estrechos entre el poder judicial, y el crimen organizado
como aparato de violencia, represión y terror.