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19 noviembre 2013 2 19 /11 /noviembre /2013 12:05

 

Consejo de Derechos Humanos de la ONU

Consejo de Derechos Humanos de la ONU

La reciente elección de Cuba para formar parte del Consejo de Derechos Humanos (CDH) de las Naciones Unidas por un período de tres años ha despertado posiciones contrapuestas en diversos sectores de opinión, tanto dentro como fuera de la Isla. No es para menos, habida cuenta que, por una parte, el hecho supone un reconocimiento a un gobierno totalitario que durante décadas ha coartado todas las libertades individuales y colectivas de los cubanos, y hasta hoy les niega derechos tan esenciales como el de asociación, el de libertad de prensa, de expresión y de información, por solo mencionar algunos de los más inocultables.

Algunos optimistas, con exagerado candor, consideran que la presencia de los representantes del gobierno cubano –que no “de Cuba” – en el CDH podría ser positiva como elemento de presión sobre el gobierno, ya que las autoridades estarían sujetas a un mayor escrutinio del organismo y a cumplir obligaciones propias de los sistemas democráticos, lo que conduciría a una eventual flexibilización o transformación de la situación de los derechos humanos en la Isla.

Los más realistas, sin embargo, opinan que hasta el momento la pertenencia a organizaciones y comisiones internacionales que, al menos de jure y con mayor o menor éxito propugnan la defensa de avances económicos, políticos y sociales para la Humanidad, no ha sido elemento importante ni suficiente para promover cambios democráticos en Cuba. De hecho, y tal como se jacta la prensa oficial, “Cuba fue miembro fundador del Consejo, órgano en el que permaneció hasta el 2012, (…), por lo que retorna al foro después de un año como Estado observador” (Granma, 13 de noviembre de 2013, pág. 5) sin que ello incidiera en una mejoría sensible de los derechos humanos en la Isla.

Además de esto, en más de una ocasión el gobierno cubano ha recibido reconocimientos en esferas tan sensibles como la salud, la educación y la alimentación, a despecho del deterioro que han sufrido los dos primeros rubros y la crónica insuficiencia del tercero. Tantos reconocimientos son interpretados por muchos cubanos como una burla hacia la crítica situación en que viven, y constituyen una afrenta a décadas de resistencia, sacrificios y esfuerzos por parte de la disidencia interna, esencialmente pacífica.

Por supuesto, la prensa oficial anda de jubileo. Un editorial del Granma (miércoles 13 de noviembre de 2013, primera plana), pregona la elección de Cuba al CDH como un “Derecho ganado” y “un rotundo reconocimiento a la labor desempeñada por nuestro país en esta materia”. Y para que no queden dudas de que el gobierno persistirá en aplicar los derechos humanos a su particular manera utilizando los mismos pretextos de siempre, el editorial de la página 5 de la citada edición reprodujo las palabras de Anayansi Rodríguez, embajadora del régimen ante los organismos internacionales con sede en Ginebra, quien declaró que esta “es una victoria del pueblo cubano que ha sabido resistir más de cinco décadas el bloqueo estadounidense”, y más adelante advirtió que “no hay sistemas únicos de democracia, cada pueblo tiene el derecho de determinar de manera soberana cuál es el sistema más conveniente para la plena realización de los derechos humanos”. Una frase ambigua que los cubanos sabemos interpretar claramente como que la castrocracia procurará seguir utilizando el acceso a los organismos internacionales como un recurso más de legitimar la dictadura más antigua que conoce (y aúpa) el mundo civilizado.

Nada nuevo bajo el sol, que a veces parece mostrar más manchas que luces, como lo demuestran otros oscuros miembros elegidos también al CDH en esta ocasión: Rusia, China, Vietnam, Arabia Saudita, Argelia, Marruecos, Sudáfrica, Namibia y México, países en los que, con independencia de los matices y gradaciones, la violación de derechos humanos forma parte de la realidad cotidiana. Obviamente, para las Naciones Unidas y sus diferentes foros, el precario equilibrio mundial requiere de ciertas concesiones, aun aquellas que laceran los valores democráticos.

De esta manera, para bien o para mal, la dictadura cubana tendrá otros tres años de gracia para intentar dinamitar esta organización internacional. Es sabido que, más allá del insignificante aporte financiero, material o humano de Cuba a la ONU, la misión principal de la diplomacia castrista es entorpecer el funcionamiento de todos los foros creados para la promoción de la democracia, enrareciendo los debates, desvirtuando las agendas, creando antagonismos, polarizando los ánimos y utilizando los espacios como tribunas para arremeter contra los gobiernos de las naciones libres, en especial EEUU, aunque ese país –por su propia voluntad– no pertenezca al CDH.

Poco o nada ganarán los sueños de democracia de los cubanos, huérfanos de derechos, con este espaldarazo a los Castro. El consuelo (de tontos) es que tampoco ganarán el CDH y los países democráticos con tan dudosa membresía. En alguna medida y salvando las diferencias, ellos y nosotros sufriremos castigo y penitencia.

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  • : Esta Página, "Voz Desde el Destierro", pretende que sea una tribuna en la Red de redes, para aquellos que no tienen voz dentro de la isla de Cuba, para romper el muro de la censura, la triste y agobiante realidad del pueblo cubano. Editor y redactor: Juan Carlos Herrera Acosta. Ex-preso Político de la causa de los 75.
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