Hasta última hora, tuve la esperanza de poder entrevistarte antes de tu salida definitiva del país. En varias ocasiones intenté viajar a tu pueblo y no pude, por razones ajenas a mi voluntad. Alguna vez hablé contigo por teléfono, pero no fue la conversación profunda que hubiera deseado.
Me queda la satisfacción que siempre que estuvo a mi alcance, escribí sobre ti y tu hijo. La última vez, El día que murió Zapata (http://www.elmundo.es/america/2011/02/22/cuba/1298393629.html). En mi blog queda el testimonio del martirio durante los siete años que Zapata pasó en prisión.
Te vas de la isla arropada por familiares cercanos. A tu edad, se pudiera pensar que vas a disfrutar de un poco de tranquilidad, esa que no te has tenido desde que Orlando fue arrestado, en marzo de 2003. Eres una cubana de a pie, pero no común y corriente. Y desde el exilio, tu voz se seguirá escuchando, como si siguieras allá, en tu Banes querido.
¡Ojalá que las cenizas que ahora te llevas a Miami no demoren demasiado tiempo en volver a Cuba, que es y siempre será, la patria de Orlando Zapata Tamayo y de todos los cubanos!