En 1968, un artista irlandés reproducía la fotografía de Ernesto "Che" Guevara en una obra plástica que lo mostraba presto, en rojinegro, junto a la infaltable boina. Esta imagen, de las más reproducidas del siglo XX, no tardó en comercializarse en cuanto objeto tangible se imagine. Este febrero de 2011, el autor decidió registrar su obra para lograr, al fin, el control de la misma.
Resulta innegable el imperioso culto que se ha generado en torno a la figura de Ernesto “Ché” Guevara, aquel ideólogo y Comandante de la Revolución Cubana. Lo que nunca sabrá el susodicho es que hoy su rostro es estampado en remeras, afiches, calendarios y cuanto objeto de consumo pueda imaginarse.
Referente indiscutible de una serie de ideas y conceptos propagados más tarde como “guevarismo”; su pensamiento tomó el antiimperialismo, el marxismo y el comunismo concatenados a la realización de una revolución que creara finalmente una sociedad socialista que le supo dar una propia identidad.
El 5 de marzo de 1960, un fotógrafo cubano de nombre Alberto Korda tomaba una fotografía del marxista argentino durante un funeral en La Habana. La instantánea no tardó en recorrer el mundo, a manera de postal para sus seguidores.
En 1968, un artista celta irlandés llamado Jim Fitzpatrick decide reproducir la fotografía de Korda en una obra plástica; así nace la clásica impresión rojinegra del “Che” utilizando una boina de soldado con una estrella solitaria.
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Con la autorización del creador, la imagen comenzó a distribuirse entre estudiantes de izquierda, cuyas camisetas y afiches tornaron a la imagen en un potente símbolo de rebelión. Casi inmediatamente, la imagen del revolucionario se convirtió en el leitmotiv de una estética pop de los ’60 que aún conserva vigencia entre los fieles seguidores.
Este febrero de 2011, cuarenta años después de la libre utilización de la imagen –coincidente con su incontrolable propagación alrededor del mundo– el artista Jim Fitzpatrick se ha propuesto registrar la obra para demostrar sus derechos de autor, y evitar de alguna forma los “burdos propósitos comerciales” sobre la misma.
Parece ser que, cuarenta años después, ya le causa poca gracia ver la imagen que despertara en su juventud aires de rebeldía desvirtuarse alrededor del mundo en un merchandising tan difuso como profano.
Cómics, remeras, afiches, mochilas, billeteras y hasta ropa interior. Productos como tabacos, preservativos, muñecos; una gaseosa (“El 'Che' Cola”) y una serie de habanos exclusivos fueron lanzados con su nombre.
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En el avatar de las pasiones, no todos esos usos le rinden veneración. Porque no tardó en surgir una corriente Anti-Guevara que fue ganando territorio –y con merchandising propio– pero en una versión muy poco halagadora. Remeras que lo reseñan con textos como: “Your Che Guevara t-shirt just makes you look like a douche bag” (“Tu remera del Che Guevara solo te hace lucir un idiota”); o ilustraciones que lo resaltan manchado con sangre son solo algunas de ellas.
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Estos fueron los motivos que indujeron al irlandés a buscar en el registro una posible solución. Quienes lo refutan destacan que la misma fue basada en la anteriormente nombrada fotografía de Korda. A pesar de ello, habrá que admitir que en la doctrina de la propiedad intelectual una obra derivada es aquella basada en otra preexistente; cuya originalidad siempre deberá prevalecer. Tal es el caso.
Recordemos, además, que las fotografías tomadas como un hecho artístico son a su vez objeto de protección de los derechos de autor. La legislación paraguaya, al respecto, incluye entre las obras protegida a “las obras fotográficas y las expresadas por un procedimiento análogo a la fotografía” (Art. 4, inc. 10 de la Ley Nº 1.328/98).
¿Pretenderá Fitzpatrick contar con el aval de Korda? No lo sabemos. Solo sabemos que el fotógrafo cubano ya habría hecho valer en algún momento sus derechos, cuando una firma londinense publicitaria la había utilizado para una campaña de la marca de vodka Smirnoff. La imagen en cuestión no era precisamente la fotografía que le pertenecía; correspondía a la versión plástica de su obra (de Fitzpatrick).
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Las críticas no tardaron en apuntar los fines de lucro que podrían rondar detrás del tardío registro. El socialismo y el capitalismo nunca estarían tan hermanados ante tal ambición. Fue por ello que el artista se adelantó al pensamiento, adelantando a la agencia Reuters que su necesidad estriba en frenar el mal uso de la imagen de Guevara. Incluso enfatizó en sus planes de viajar a fin de año a La Habana para hacer entrega de tales derechos de propiedad intelectual a los sucesores de Guevara. “Simplemente la quiero entregar y dar los derechos de la imagen que creé a la familia y que ellos decidan qué quieren hacer” (…) “Causé el problema y ahora busco el modo de rectificarlo“, señaló.
Mientras, la figura del Comandante Ramón (nombre de guerra utilizado por Guevara durante la guerrilla en Bolivia) sigue siendo inspiración en expresiones artísticas que lo legitiman con altura en las esferas de la música, cine, poesía, artes plásticas, historietas bibliográficas e incluso videojuegos. Pero no será fácil retener los usos deshonrados, ni detener el afán comercial que podría primar a lo conceptual.
Hace más de diez años, cuando el cantautor argentino-estadounidense Kevin Johansen residía en Nueva York, se encontró con innumerables accesorios puestos a la venta con la imagen del “Che” como bandera. Este hecho inspiró una canción en la que clama: “Yo me pregunto qué estará pensando él / Si pudiera ver / Cómo se llenan de plata hablando de él / Sin saber nada de él”.
Esperemos, mientras vivamos, nunca tener que frecuentar algún CheDonald's