Por: César Niño

31-7-2014

Todo parece indicar que el mundo está viviendo una nueva tensión geopolítica. Pero más allá de su determinación, es una tensión imperante y natural cuando de dinámicas estratégicas, de control y de poder se trata.

Ucrania parece ser un hoyo negro que absorbe la atención militar, diplomática, económica, energética y estratégica. Todo lo que allí suceda impacta de manera directa o indirecta al mundo, pero Kiev atrae una preocupante masa crítica de lucha por el poder. No obstante, sin ser una segunda Guerra Fría, la reconfiguración de poder está a la orden del día.

Los últimos acontecimientos que escandalizaron al mundo entero, precisamente sobre el derribo del avión malayo, generan ciertas dimensiones que se deben tener en cuenta. Una de ellas es la estrategia (por fin sinérgica) de Estados Unidos y Europa por embargar a Rusia y maniatar a Putin en el cerco de flujos de capitales, desarrollo armamentista e infraestructura.

Putin, señalado de ser cómplice del derribo del avión malayo sobre espacio aéreo ucraniano, parece alimentarse cada vez más de razones geoestratégicas para salirle al paso a las iniciativas occidentales. Sabe muy bien, sin necesidad de haber sido agente de la KGB, que la desestabilización es el arma perfecta en la generación de incertidumbre, y que ella es un detonador de tiempo a la hora de hacerles frente a los enemigos. En ese sentido, Valdimir Putin entiende bien que su deber es proteger a los rusos, y es él quien decide quién es ruso.

Por otro lado, luego de los recientes anuncios de bloqueo económico y comercial a Moscú, en el cual se encuentra la suspensión en el envío de carnes y frutas, de material energético y transferencia en cuestiones de seguridad y defensa, Putin ahora se vale del derecho internacional (y lo evade cuando de la cuestión ucraniana se trata). Su gobierno ha manifestado que dichas sanciones van en contra vía de las normas de la Organización Mundial del Comercio y que los más afectados serán los europeos y estadounidenses. Desde Moscú han salido declaraciones sobre las dificultades que las sanciones puedan causar en la economía rusa, pero que “serán sin duda superadas” y “se incrementarán la eficacia y autosuficiencia de la economía”.

Precisamente, estaba en marcha un acuerdo en materia militar sobre un buque Mistral de fabricación francesa, pero al cabo de los recientes hechos, el viceprimer ministro ruso enfatizó que el sector naval de su país se beneficiará del bloqueo y haciendo exclusiva mención al gobierno de París dijo- “no creo que esto le convenga al presidente francés, porque provocará una crisis colosal en sus propios astilleros”-.

Finalmente, ha llegado el momento para occidente de enfrentar a un Vladimir realmente Putin.

Fuente: El Tiempo.com